Como especialista en exportación de productos tradicionales gourmet franceses a Japón desde 1955, he tenido ocasión de conocer a mis clientes, tales como chefs y mayoristas, y descubrir productos sorprendentes y de gran calidad desconocidos para el paladar occidental.

Era primavera de 2008 y estaba con mi socio japonés en un piano de un bar de Kioto cuando, de repente, sacó una lata de sardinillas y la puso sobre la tapa. No pude contener la risa ante tal hecho —resulta gracioso intentar impresionar a un bretón de nacimiento criado en Finisterre con un producto que le ha acompañado durante toda su vida.
Se trataba de una lata rectangular del típico color azul marino con una sardinilla del Mar de Japón dibujada en su tapa. Sin embargo, cuando la abrí me quedé sorprendido: eran unas quince sardinillas diminutas, brillantes, con el característico color plateado de las sardinas frescas, perfectamente alineadas. El aroma que salía de la lata era suave, afrutado y ligeramente dulce, característico de unas sardinas en aceite de oliva puro y generoso. Su sabor era exquisito: suave, sutil, tierno, perfectamente condimentado, con una suavidad y jugosidad inigualables. Después, mi socio comenzó a contarme la historia de la elaboración del producto, para el que se siguen los antiguos métodos tradicionales de un área muy popular frente al Mar de Japón.

A día de hoy sigo lamentando lo mismo, y es que el fabricante no puede asumir económicamente la autorización que le permitiría exportar a la Unión Europea, pues los estrictos requisitos técnicos supondrían una gran inversión financiera para él.

Gracias a esta experiencia pude descubrir que Japón era un país lleno de regiones, cada una con su gastronomía local. Por eso, decidí explorarlas y sacar el mejor producto de cada una para poder compartirlo con otros amantes de la cocina y amigos en Francia. Debo admitir que, en un principio, mi búsqueda no tenía otro objetivo más que el de satisfacer mi afición por el mundo gourmet.

Fue en diciembre de 2008 cuando importé mis primeros descubrimientos japoneses para poder presentarlos ante algunos chefs, chocolateros y pasteleros. También pude exponerlos en una feria parisina reservada para la venta a particulares.

Tanto profesionales como particulares quedaron impresionados. La gama de productos fue creciendo y, finalmente, publiqué un primer catálogo para presentarlos más en profundidad y poder hablar de los artesanos y sus métodos de elaboración. Lo envié a unos cuantos clientes potenciales repartidos por toda Europa y, poco después, lancé mi propia tienda online.

A partir de ese momento, mi afición se convirtió en un verdadero reclamo para las mejores cocinas francesas y europeas, artesanos, chocolateros y pasteleros y Nishikidôri pasó a ser el escaparte más hermoso de la artesanía japonesa. Trabajamos cada día para dar a conocer una selección de productos excepcionales que darán lugar a futuras tendencias.

Olivier DERENNE 
Director General de Nishikidôri